carandeliana
El Santo Niño y Kafka
- Por ayaso
- 27 de Marzo de 2022 a las 12:18
La Guardia es un pequeño pueblo de la provincia de Toledo. La autopista de Andalucía bordea la terraza sobre la que se asienta y desde la que domina las tierras circundantes. En el camino de ida y vuelta a Madrid he pasado infinidad de veces por el desvío que lleva al pueblo y por el que anuncia la salida hacia la ermita del Santo Niño. Normalmente paso de largo. Tanto a la ida como a la vuelta queda demasiado cerca de Madrid como para tomar un descanso.
Panorámica desde la ermita del Santo Niño
La Guardia es conocida por el Santo Niño Cristóbal, patrón de la localidad. El origen del culto está en un caso de crimen ritual que tuvo lugar durante el reinado de los Reyes Católicos. El crimen ritual y la profanación de la hostia consagrada son dos terribles acusaciones que se hicieron de manera reiterada a los judíos en la Edad Media europea. Ambas responden a la imagen popular del judío como un ser infrahumano, de mala naturaleza, que lo único que quiere es causar el mayor daño a población cristiana, bien envenenando pozos, bien secuestrando a un niño y asesinándolo tras hacerle pasar por todos los sufrimientos de la pasión de Jesús el Cristo.
El caso del Niño de la Guardia es un caso especialmente oscuro. Se supone que el niño fue secuestrado en Toledo y asesinado en una cueva de La Guardia, que hoy es la ermita en la que se le venera, pero no hubo denuncia alguna de desaparición de un niño ni se encontró nunca su cadáver. Además, las investigaciones se iniciaron muy lejos de Toledo (en Astorga, si no recuerdo mal) y terminaron en un tribunal de Ávila, donde, tras ser declarados responsables del crimen, se condenó a la hoguera a un grupo de judíos y conversos el 16 de noviembre de 1491. Aunque debió de ser un asunto popular en aquel tiempo, no se hace mención alguna del mismo en el edicto de expulsión de 1492.
Las fiestas patronales se celebran la última semana de septiembre, ya que el día del patrón es el 25 de ese mes. No faltan desfiles, procesiones, ofrendas florales, juegos populares, calderetas de carne, encierros infantiles y la suelta por la plaza mayor de los “toros de fuego”. Recojo esta información de la página del ayuntamiento. Antes, el primer sábado de septiembre, se hace la romería hasta la ermita para recoger la imagen del santo y llevarla a la iglesia parroquial. En suma, nada que objetar al programa de actos: son las típicas fiestas patronales de todos los pueblos castellano-manchegos. Lo malo es que se celebren en recuerdo de un acontecimiento tan terrible que, como otros casos similares, se basó en una falsa acusación.
Altar con la imagen del Santo Niño. La talla es de vestir y tiene pelo, lo que siempre produce turbación.
Visité por primera vez la ermita en mayo del 2017, en ese tiempo, que nos parece tan lejano, en el que viajábamos por el mundo sin preocupación alguna, ¡y menos de un virus! Yo era el único visitante y en la ermita me esperaba un matrimonio mayor que debía trabajar como guardeses del lugar. Aunque todo estaba limpio, la ermita me dio la sensación de cierto abandono y deterioro. Fuera hacía calor, pero dentro había una buena temperatura, hacía fresco. No nos olvidemos que es una cueva que debió servir de aprisco para pastores. La bóveda de piedra estaba ennegrecida por las velas y cirios, y contrastaba con el blanco de los muros. La decoración era sencilla, algo kitsch, en la que predominaban las flores de plástico. La señora tenía la ermita como debía tener su casa. En un lateral había una especie de habitación donde se guardaba todo tipo de exvotos (caras, brazos, pies, manos, corazones… de cera) y los trajes de nazareno para la procesión del santo.
Exvotos
Pensé que era inevitable que el culto al Santo Niño entrara en decadencia por todas las dudas que suscita lo que se sabe del caso. Sentí lástima por la pareja, condenada a una vida de servicio a un culto espurio, y me irrité por la actitud que adopta la Iglesia de dejar que las cosas se pudran antes de reconocer errores y pedir perdón. No creo que ninguno de los cargos eclesiásticos de la iglesia toledana se acerque a la ermita en el futuro. Es una patata caliente, y lo mejor que se puede hacer es ocultar su existencia.
La segunda vez que pasé por la ermita era septiembre de 2020. Habíamos pasado lo peor de la primera oleada de la pandemia, el estado de alarma y la reclusión. Yo tenía que viajar a Vigo para visitar a mi tía anciana, que había pasado la enfermedad en la residencia y a la que tenía que arreglar sus asuntos económicos. La ermita estaba cerrada porque la imagen del Niño se había trasladado al pueblo para las fiestas. Habían arreglado el pavimento y las dos capillas que jalonan el camino de subida a la ermita. Creo que rememoran, como en el Via Crucis, algunos de los momentos del tormento al que fue sometido el niño. Se dice que los secuestradores eligieron el lugar porque era muy semejante a las afueras de Jerusalén donde transcurrió la pasión de Jesús.
En el año 1992, estando en Israel, vi en casa de un profesor de la Universidad de Tel Aviv el documental “Out of Spain” que conducía Yitzjak Navón (1921-2015), una influyente figura de los sefardíes israelíes que había sido presidente del Estado de Israel. Recuerdo que en La Guardia entrevistó a un lugareño que, con total desparpajo, afirmó que todo lo que se decía de los judíos era verdad, porque así lo había escrito Kafka (¿Usted conoce a Frank Kafka? le pregunta de sopetón), para terminar confesándole que no creía en nada salvo en el Santo Niño. El presidente Navón mantuvo el tipo, siempre amable y educado.
He encontrado en Youtube la parte del documental en la que el presidente Navón pasea por La Guardia y la he vuelto a ver treinta años después. Mis recuerdos, aunque algo borrosos, concuerdan en lo fundamental. Se me han vuelto a poner los pelos como escarpias.
Estoy seguro de que las gentes de La Guardia han cambiado mucho en estos treinta años, como ha cambiado en general toda la sociedad española. No creo que hoy se expresen con tanta contundencia con respecto al culto del Santo Niño, aunque habrá una parte de sus habitantes que reivindique a su patrón en estos tiempos tontos de culto a la identidad personal y/o grupal.
Me pregunto si no va siendo hora de que la Iglesia española aborde el caso y retire el culto al Santo Niño y todo el antijudaísmo que lleva aparejado. Muchos, entre ellos la pareja de guardeses, se sentirán engañados y dolidos. Seguro que se les pasa cuando les adjudiquen un nuevo santo patrón con una vida realmente ejemplar. Cuanto más tarden en actuar será peor. De errores y dilaciones sabe mucho la Iglesia en general y la española en particular.